Era deprimente el verano, LO ES.
La soledad, la compañía, era deprimente darse cuenta de que tenia que bajar el volumen de la televisión para poder concentrarme en lo que escribía. Era aterrador el dolor de cabeza que sufría cada noche en silencio y que no confesaría a nadie.
Me daba y me sigue dando pena sentirme desecha pero luego siempre recurro a la escritura y en estos momentos de bajón me hace sentir mucho mejor. Luego siempre pienso en lo liberador que es este tecleo, en lo que me engancha y en que todo pasa y continua.
Era patético echar de menos a un león abandonado. Sentirse mierda porque un bicho pasa de ti descaradamente y analizar que entonces tus percepciones, lo que cuentas es un monton de vacio. DE NADA. de mentiras podria decir. y que triste y solo es el mundo, mi mundo y el que rodea a todos ¿no?
Lo peor es que le imagino, le quiero, creo. Imaginar una y mil veces como habría sido este extraño verano al lado de Ferran. Ojala lo viera, me viera y nos comieramos a besos ¿obsesionada?
Ojala tuviera una respuesta. Una negativa un puñal clavado, una mirada, algo, pero lo cierto es que no tengo ni tendre nunca NADA.
Lo cierto es que no es tan lacrimogeno como lo pinto, solo recurro a el cuando todo lo demas va igualmente mal, igualmente nada y es cuando resulta insoportable. Intolerable y penoso. Y con eso de que nada va bien, hablamso directa y precisamente de mi peso. De mi, de mis kilos, de este cuerpo, de engordar, de vomitar, de pensar, de estos pensamientos malos y buenos y negativos que tengo a lo largo de los dias de encierro. Que mas penoso y recurrente, que tipico cada verano, yo, mi miedo a engodar, mi sentimiento de insatifacción un verano más.
Ya tengo mis del 2020 ¿que mas quiero? y mis poses retocadas y esa mano mas subida y esa sonrisa para Instagram para que todo siguiera tan fingido como siempre. Ya estaba en casa, tranquila sin problemas sin estres... con la compañia asfixiante de 3 orxuelos que no acaban de curarse y con ese hambre por nada, ese cansancio.
Descansando me encuentro, cogiendo pilas para el curso, para lo que vaya a ser o lo que me espera, intentando encadenar la nevera o encadenarme al sofá para dejar de comer.
¿Por qué? Era por ansiedad, puta y jodida ansiedad que me devoraba como yo devoraba todo lo que había comprado: alitas, panchitos, fideos chinos. Pensaba que podría pararlo cuando quisiera, tan rápido como empezó el auto control, pero esta vez estaba siendo complicadísimo. No tanto como para vomitar, no hemos llegado a eso, pero imagino que porque no lo pienso demasiado...
Si como para notarme exageradamente hinchada, indiscutiblemente gorda. Mañana me pesaré y celebraremos entre lágrimas un nuevo fracaso. Comprobaremos y seremos mas consciente de este despropósito de verano.
Necesito estar en la honda o no estar. O estar con mis padres para así culparles de todo lo que como y no a mis atracones. Tan rápido como me puse el cigarro en los labios sentí que la ansiedad desaparecía, QUE DECEPCIÓN CARMEN. Ojala no me diera tanto reparo recurrir al tabaco, al fin de cuentas es una droga social, parece que funciona es mi nuevo vomitar es mi STOP, mi reseteo y espero que surta efecto porque hay veces que de verad no se cuando podre volver a parar, volver a controlar.