..Llena ese vacío

..Llena ese vacío
Sigo recordando el dia que murio mi corazón



FELIZMENTE VACÍA.




domingo, 8 de marzo de 2020

Un nuevo, otro nuevo comienzo

Cuando vengo aquí siempre es por un bajón total, fatal, definitivo. Un completo tocar fondo, aunque la idea de esta princesa de papel era utilizar este espacio como marco de reflexión, para seguir anotando lo que siento, bueno y malo: los cambios, los nuevos desafíos...todo. No solo cuando no encuentro otra salida o solución, cuando estoy hasta arriba y exploto o cuando lo he hecho demasiado mal y necesito contarlo para no volver a hacerlo. 

Hace días, semanas y meses que quería escribir pero luego se encauzaban las cosas (más o menos), hace semanas, meses y días que quería escribir pero los planetas se alineaban para darme algo de paz, paz en el caos. Hace meses que necesitaba, y días y semanas, desahogarme, reiniciarme y tomar decisiones importantes. Trascendentales, orientativas, fundamentales.

Al fin lo he hecho.

No estoy en el peor momento, lo digo tecleando con 9 dedos intactos y uno hecho una pena, lo digo en bata después de hacer 40 min de ejercicio, los primeros 40 min de 30 dias frenéticos... ejercicios de todo tipo: aeróbico, baile, pesitas, abdominales y de que mi mente haya hecho al fin el ansiado CLIC.

No ha sido un clic normal. Creo y ya mañana confirmaré si es solo el sueño del cambio, o si al fin estoy lista mental y físicamente para acercarme a lo que siempre he querido. La perfección. 

Cuando la báscula marcó hace unos días 75,800 pensé que mi mundo se derrumbaba y no por nada, exactamente si no porque me quede allí, mirándome, quieta parada. Me bajé y no lloré (ni por dentro ni por fuera) y no maldije y no me cague en todo y no me puse las pilas... ¿quería destruirme un poco más?

 ¿Cuánto más? eso es lo que no sabia y lo que en realidad me aterraba de aquella idea de no reaccionar ante semejante peso. Mi "peso" son 70 se supone (segun mis nutricionistas, mi antiguo entrandor personal y esa maldita fórmula), quiero 60 y estaba 6 kilos por encima.... ¿de verdad no iba a reaccionar? que esperaba ¿volver a los 80? ¿subir a 90?... ¿llegar a 100?

No estaba claro pero ciertamente, dentro de este vaivén de kilos, de esperanzas y de sentimientos, a veces simplemente quiero hacerme daño, mucho daño, quiero comprobar hasta donde puedo llegar y hundirme. He llegado a esta conclusión tras años de sube y baja y de felicidad inalcanzable. Necesito tocar fondo para volver a empezar. 

75,800 y sin Leo, sin la única persona que me ha acompañado en todos estos bajones y subidones, esa persona que de alguna manera necesitaba, quería, anhelaba en mi vida. Ahora me acaba de escribir pero creo que tengo las cosas más claras. Sincera y claramente me llegué a enamorar de él. Nadie lo sabrá nunca pero sé lo que sentía lo que aun me queda dentro. Le amé cierta y apasionadamente durante mucho tiempo, en silencio por supuesto y pude comprobar que era cierto lo que yo siempre dije sobre el diario de Noah. 

Yo me hubiera ido con el otro chico, yo habría apostado por lo estable por lo seguro, por un sentimiento lineal y pacífico, por un amor de escalada y no de lanzadera, por un tren de la bruja estable y recto y no una noria, porque no estoy francamente para náuseas y mareos. 

Él es y ha sido muchas cosas, mi Noah, mi amigo, mi amante y pareja. Lo hemos compartido casi todo en un mundo solitario y egoista, sé que este iba a ser un amor diferente por la manera en la que me mecía en sus brazos, por como me mencionaba en sueños, por como me besaba, me chinchaba, me cogía de la mano al caminar. Cómo le brillaban los ojos, cuando me quería y cuando me odiaba. 
Pero no podemos conformarnos con esto, ninguno vamos a ceder, los dos nos merecemos otras atracciones, distracciones, rumbos y caminos, otras vidas. 

Fue duro no hablarle durante una semana, auque no lo pensé demasiado, solo meditaba el hecho de perder otro amor en mi vida, un amor diferente pero amor al fin y al cabo. Sentía su ausencia como una punzada, a veces, y las ganas de contarle y hablarle y saber como él estaba. Pero prometimos soledad e incomprensión. 

Hoy con una uña comida hasta la carne, con padrastros que me queman en los dedos y con el estómago lleno de chino (de la comida), he hecho clic. Tumbada en la cama hablando, mirando y cotilleando mi instagram, mis fotos destacadas, lo bien que me queda el moreno ha hecho el sin más clic. 

Tanto clic como para ponerme las mallas y hacer 40 min de ejercicios, tanto clic como para no tener (por ahora) el ansia de comer, el nerviosismo de no saber parar, de encontrarme mal y bien y mal de nuevo. Mi bucle. 

Empecé la semana pasada puesto que me propuse grabarme audios casi diarios sobre como me siento frente a la comida y como parar de engullir, como dejar de verme como me veo y conseguir los 60 kilos que necesito. 
Pero no ha sido hasta ahora, mientras sudaba haciendo flexiones, moviendo el cuerpo, el culo, haciendo sentadillas cuando mi mente ha dicho, si. Lo vamos a hacer lo vamos a intentar y el mundo entero estará de testigo. Y así espero que sea. Así será. 

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